La Historia de Felicia

Tuve una infancia realmente dura: mis padres eran alcohólicos, drogadictos… Mi madre consumía cocaína y mi padre heroína. Así que crecí en un ambiente poco seguro donde, además, viví muchas veces situaciones de abuso sexual.
A los 16 años me dijeron que dejara el instituto para ayudar a mi familia, y eso hice.
A los 18 años me echaron de casa y me quedé en la calle porque mis padres ya no recibían la ayuda económica que el Gobierno les daba para mí. A los 19 tuve una relación abusiva en la que aguanté durante 2 años porque estaba absolutamente convencida de que amaba a esa persona… Tal vez porque crecí en medio de una situación similar y para mí, que él me internara en un hospital porque me había pegado, era algo normal. Había pasado por 19 pisos, parques, aparcamientos, refugios para dormir… Cuando tenía 21 años empecé a hacer danzas exóticas para salir de aquella relación tóxica y a los 22, me quedé embarazada. Mi situación al quedarme embarazada era lo peor: era alcohólica, adicta a medicamentos, cocainómana los fines de semana… Toda mi vida era un desastre.
Tenía una relación y estaba embarazada de alguien con quien no me veía en el futuro. En aquel momento fui consciente de que iba a ser madre soltera. Así, el sueño de formar un hogar con un padre y una madre, con una familia estable y todo lo que yo nunca había tenido, se esfumó en un instante.
Estuve durante una hora contemplando la posibilidad de abortar, luchando contra la idea, porque me decía a mí misma: «no puedo tener a un niño en mi situación». Pero también me di cuenta de que no importaba que fuera su hijo porque también era mi hijo. Y esto es lo que hizo que la cosa cambiara. Decidí escoger la vida. Pero no tenía ni idea de cómo iba a hacerlo. Entonces llegó mi vecina y me dio una hojita en la que aparecía un anuncio de la casa de maternidad. En cuanto puse el pie en la maternidad. Cuando escogí ser madre, todos los pensamientos negativos que habían estado persiguiéndome, se esfumaron y aparecieron pensamientos nuevos, de esperanza y de apoyo. En la maternidad encontré el amor y los recursos necesarios para convertirme en la madre que sabía que podía llegar a ser.
Mi hija Lea es… una bendición. Me ha hecho dar un cambio de 180 grados. Es la razón del cambio en mi vida y el motivo por el que me levanto cada día. El mensaje que le daría a alguien que está viviendo un embarazo no planeado, es un mensaje de ánimo, de aliento. Existen recursos, no importa cuál sea tu situación en ese momento o lo que estés pasando, no estás sola.
Toma una decisión con la que ambos podáis vivir. Escoge la vida.